Por otra parte, Berta, aconsejada por Araceli, decide acabar con los continuos desplantes y la falta de cariño de Antonio pidiendo el divorcio al mayorista de pescado. La inesperada iniciativa de su esposa sorprende al exmandatario de Mirador de Montepinar, que reacciona fatal.
Ofendidísimo por el hecho de que Javi y Lola hayan comprado el Bajo A, Amador, acuciado por la necesidad de conseguir dinero para garantizar el sustento de su familia, acepta trabajar como albañil en la reforma de su antiguo hogar para tratar también de desplumar a los nuevos propietarios del inmueble.
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